Bueno... Se largó el Bafici. El primer asunto llamativo, aunque podíamos predecirlo por la masiva venta de entradas anticipadas, fue la cantidad de espectadores que, más allá de ser miércoles, ocupó las salas del Abasto, llenando muchas de las funciones, desde la primera (Joy Division de Grant Gee) hasta la última (Secrets Behind the Wall, de Koji Wakamatsu). Si esta tendencia se mantiene, el fin de semana en el Abasto va a ser un caos absoluto.
A continuación comentaré las películas que vi. Antes, una aclaración: el diálogo con Pen-Ek Ratanaruang se pasó al miércoles 16 a las a las 19 horas en el punto de encuentro del Abasto y no el viernes 18 a las 16 horas, como estaba previsto.
My Brother’s Wedding (Estados Unidos, 1983) Dirigida por Charles Burnett
Lejos del Blaxploitation setentista (acá no hay estereotipos positivos o negativos) y de las películas sobre conflictos raciales norteamericanos alla Spike Lee (de hecho, no aparece en escena ningún blanco), Burnett crea, en su segundo largometraje, una historia vagamente narrativa en la que dos fuerzas entran en tensión: la inocencia (expuesta en las melosas canciones pop de los ’50 y de motown, alusión a Smokey Robinson incluida) y la palpable violencia de un Los Angeles de principios de los ’80 extrañamente baldío y vacío. Una escena muestra esta tensión de forma clara: Pierce (el protagonista) está correteando con su amigo recién salido de la cárcel hasta dar a parar al jardín de una casa, de donde deberán huir ya que el dueño sale con un revolver listo para disparar. La violencia y la posibilidad de la muerte es el limite de la inocencia, parece decirnos Burnett, anticipando el derramamiento de sangre entre pandillas que tomaría por asalto a la comunidad negra urbana en las siguientes décadas.
El deambular sin rumbo ni objetivos de Pierce (¿un “proto-slacker” tal vez?) que contrasta con la cómoda certeza del plan de vida de su hermano y su prometida, ponen en jaque al “haz lo correcto” y deposita al film en una incómoda zona gris. Es imposible saber qué mandatos respetar (los religiosos, los familiares, los fraternales), a quién rendir fidelidad, qué camino seguir. O quién es el enemigo: “los médicos y los abogados” (en definitiva, los ricos y poderosos) dirá Pierce; “los políticos” retrucará el pequeñoburgués padre de su futura cuñada. En una difícil posición ajena a toda certeza (aunque con principios claros: Pierce no quiere ir a la cárcel, pero tampoco adormecerse en una cómoda existencia burguesa) transcurre este retrato casi costumbrista (en el sentido que muestra su cotidianeidad) de la vida de una comunidad negra urbana de bajos recursos en los principios de la América reaganiana.
(Se proyectará el viernes 11 a las 18:45 y el domingo 13 a las 12:45 en el Abasto)
Jogo de Cena (Brasil, 2007) Dirigida por Eduardo Coutinho
La anécdota de este film es harto conocida: Coutinho coloca un artículo en los clasificados de un diario buscando mujeres que quieran contar su historia de vida. Selecciona a algunas que se presentan y las filma (en el escenario de un teatro, ellas de espalda a las butacas) mientras cuentan su historia. Acto seguido, contrata a un grupo de actrices para que estudien las historias de estas mujeres y las interpreten (es decir, que actúen o hagan el papel de estas mujeres) en el mismo teatro, filmadas de la misma forma. Y Coutinho nos las muestra intercaladas, la protagonista verdadera de la historia y la actriz contando los mismos sucesos. O a veces la “falsa” contando la historia y luego revelando el artificio o reflexionando sobre él (notable la actriz que interpreta la historia de otra mujer con un alto grado de ¿verosimilitud?, para luego mirar a cámara y decir “eso es lo que ella dijo”). Aunque muchos se sientan tentados a hacerlo (yo me incluyo), detectar cuál es la actriz y cuál la verdadera es sólo un aspecto lateral de la cuestión. Eliminando el espacio entre la ficción y el documental (mientras que sus anteriores obras anclaban en la última), Coutinho cuestiona hasta qué punto las mujeres que dan su testimonio están creando un personaje de sí mismas. Entonces, más que un documental de cabezas parlantes (sus documentales anteriores entran en este género), Jogo de Cena es un “documental” de máscaras parlantes. Las potenciales consecuencias de esto sobre su obra anterior mirada en retrospectiva son enormes.
Una de las preguntas que el film despierta y de la que Coutinho no se hace del todo cargo es el grado en que nos adueñamos de historias ajenas (o de formas de contarlas, particularmente aquellas de la televisión y el cine; por eso muchas de las historias se adentran en el melodrama) para formular nuestro discurso o testimonio. De qué manera nuestro punto de vista sobre otros y sobre nosotros mismos está filtrado por las formas que adquirimos social y culturalmente. Un ejemplo de esto es la mujer que decide contar la relación que tiene con su hija que vive en Estados Unidos narrando el argumento de Buscando a Nemo. Aunque, tal vez, este sea el tema de un próximo documental de máscaras parlantes.
(Se proyectará el viernes 11 a las 19 en el Atlas Santa Fe y el lunes 14 a las 19:30 en el Malba)
En la Ciudad de Sylvia (España/Francia, 2007) Dirigida por José Luis Guerín
No es fácil encontrar películas tan placenteras como En la Ciudad de Sylvia. El último largo de ficción del catalán José Luis Guerín genera un placer similar al que genera, vía Rohmer, el díptico de Richard Linklater Antes del Amanecer/Atardecer. No es casual la alusión a Rohmer, ya que ambos parecen tomar elementos del realizador francés, en especial de sus “cuentos morales” y sus “cuentos de las cuatro estaciones”. Sin embargo, y acá es donde Guerín se distancia de Linklater, En la ciudad de Sylvia se apropia de la dimensión pictórica de la mirada del cine de Rohmer, relegando la dimensión literaria y las palabras (eso no quiere decir que no haya diálogos importantes, como aquel en el tranvía; y mucho menos que la dimensión sonora sea irrelevante: cierren los ojos durante la proyección y se darán cuenta que parte del placer que transmite En la Ciudad de Sylvia radica también en el muy fino trabajo con el sonido).
La Mirada, ese es el elemento central de la película. Un joven está sentado en un bar, mirando. Él busca a una mujer en especial, pero se distrae observando a todas y retratándolas en su cuaderno. Ellas son todas bellas y él se divierte viéndolas gesticular. Podrían llamar a este segmento “superficial” y tal vez lo sea (en última instancia, lo que capta la mirada en lo inmediato es la superficie de las cosas), pero uno comparte con él la certeza de que podríamos enamorarnos de cada una de ellas. Esa escena, que dura alrededor de 20 minutos y casi no tiene diálogos (analizada con precisión por David Bordwell en su blog: http://www.davidbordwell.net/blog/?p=1457), es el momento más maravilloso de un film lleno de momentos ídem, en el que quién mira (el punto de vista) y cómo lo hace (la forma de la mirada) es central. Guerín jugará con ambos elementos en la larga secuencia que sigue a la del bar, una persecución por las laberínticas calles de Estrasburgo. Tanto una oda a la mujer, como al placer de observar y ser observado y al cine (el de principios y el de ahora), En la ciudad de Sylvia es, sin duda, uno de los imperdibles del festival.
(Se proyectará el sábado 12 a las 18 en el Abasto y el domingo 13 a las 14:30 en la sala Lugones del Teatro San Martín)
Andalucía (Francia, 2008) Dirigida por Alain Gomis
Si hay algo que no se le puede recriminar al segundo film de Alain Gomis es su falta de miedo al ridículo, al pastiche, a la montaña rusa de tono y al delirio. En Andalucía, Yacine (musulmán e hijo de inmigrantes senegaleses) vaga por París sin ningún objetivo. A veces va a trabajar (es asistente social), a veces tienen relaciones sexuales con diferentes mujeres, a veces se encuentra con un grupo de pobres que rondan una plaza, a veces visita a sus padres y a veces simplemente va hasta encontrarse con algo. El rejunte de etnias que conviven en la París que propone Alain Gomis no chocan entre sí, sino que aprenden unas de las otras y se reclaman cosas constantemente. La cohesión interna del film es bastante débil y la arbitrariedad está al orden del día, por eso Andalucía parece en ocasiones un conjunto de viñetas más o menos efectivas. Tal vez esa falta de cohesión interna es una búsqueda conciente de la película, pero la suma de viñetas se vuelve cansadora por acumulación, hasta derivar en un final forzado y artificioso. Aunque algunos ácidos comentarios sobre la sociedad y el cine francés y algunos chistes bien puestos por momentos sostienen la película.
(Se proyectará el jueves 10 a las 13:15 en el Abasto y el viernes 11 a las 22 en el cine Cosmos)
Programa para los siguientes días
Jueves 10:
22:45 – Ballast (de Lance Hammer) en el Abasto
Sábado 12:
12:45 – Citizen Havel (de P. Koutecky/ M. Janek) en el Abasto
15:15 – La Question Humaine (de Nicolas Klotz) en el Abasto
20:00 – Up The Yangtze (de Chang Yung) en el Abasto
22:15 – La Blessure (de Nicolas Klotz) en el Abasto