Tengo la impresión que, en general, somos bastante menos interesantes de lo que creemos. Con eso en mente me pregunté si realmente valía la pena hacer este blog. Pero luego recordé una frase de una crítica norteamericana -no recuerdo su nombre; si alguien lo sabe, el apartado de comentarios está abierto para divulgarlo- que dice algo así: “no sé lo que realmente pienso de una película hasta que terminé de escribir sobre ella”. Después de ver las 56 en ambos festivales, me quedó una sensación de “y con esto, ¿qué?”. Creo que el ejercicio de crítica y análisis cinematográfico era lo que necesitaba para, de alguna manera, organizar, ordenar y, en última instancia, aprender de y con todo lo que había visto. Sin embargo, esto no responde la cuestión de fondo: ¿por qué trasladar eso a un blog?. Creo que lo que me interesa de armar el blog es poder discutir, polemizar y repensar a partir de las películas y/o de las críticas, pensando estas últimas como un hecho consumado en sí mismo. Esto se vuelve más complejo ya que me limito exclusivamente a analizar películas que pasaron por Mar del Plata y el BAFICI. Sin embargo, algunas pocas se van a estrenar en el circuito comercial, otras, calculo, en algún ciclo en la sala Lugones o en el MALBA y la mayoría se pueden bajar por Internet. No quiero que esto suene a justificación, ya que este espacio, de por sí, no la necesita. Sin embargo me pareció interesante decir unas palabras para que se entienda mejor el objetivo del blog y para amenizar la lectura. Empecé y terminé el apartado hablando de lo mismo. Así es la cosa...
A propósito de Exiled (Fong Juk, Hong Kong, 2006, 110’) Dirigida por Johnny To
Sección: Cerca de lo Oscuro
Calesita. Johnny To es ya casi un abonado de los festivales de Mar del Plata y el Bafici. En los últimos tres años, el director hongkonés presentó alguna película en alguno de los dos festivales -en el 2005 Breaking News (2004) en Mar del Plata y en el 2006 Election (2005) en el BAFICI; aparte, en el 2001, To fue el objeto de una retrospectiva/homenaje en el BAFICI- permitiendo que se conozca en el país una de las obras más prolíficas, personales y deliciosas del cine oriental contemporáneo, crucial para entender el cine de acción actual. Este año no fue la excepción: en Mar del Plata se pudieron ver sus dos obras más recientes, Election 2 (2006, obviamente la secuela de Election; la película no la vi, pero me dijeron que no vale mucho la pena) y Exiled.
To es, además de director, productor y, ocasionalmente, guionista, un cinéfilo empedernido. Esto se trasmite directamente a sus películas. Por ejemplo, Election es un homenaje a El padrino (1972). Sin embargo, en Exiled To lleva su amor por el cine a otros niveles. No sólo homenajea películas, sino que también rinde tributo al género del Western, combinándolo con maestría con el típico relato de tríadas mafiosas. El homenaje no sólo aparece en la trama -cuyo punto de partida es similar a La pandilla salvaje (1969) de Sam Peckinpah- y en el estilo con el que filma las escenas de acción –los momentos “muertos” que anticipan los tiroteos (en los que la cámara recorre los rostros imperturbables de aquellos que, en un momento, pondrán su vida en juego) recuerdan inmediatamente al estilo de Sergio Leone en films como Érase una vez en el Oeste (1968) y El bueno, el malo y el feo (1966), entre tantos otros-, sino también en la forma de retratar el espacio, transformando las calles de Macao en esos desiertos anaranjados en los que los forajidos del Oeste se batían a duelo. La primera escena es muy elocuente en este punto. Cuatro asesinos convergen en la casa de Wo en Macao. Wo se dio al exilio, tras herir al jefe Fay en un intento de asesinato. Éste manda a dos de los cuatro asesinos –Blaze y Fat- para que eliminaran a su agresor. Ellos entran en la habitación de Wo, mientras los otros dos–Tai y Cat- en un intento de defender a Wo, esperan afuera, en la calle/desierto. Wo, Blaze y Fat están en la habitación, inmóviles, a la expectativa. La tensión crece. El bebé de Wo comienza a llorar, su mujer intenta callarlo. Todo está preparado para la lluvia de balas. Macao es ahora el lejano Oeste.
Johnny To no sólo se apropia de las temáticas y géneros de la historia del cine, sino que también recupera situaciones, personajes y tópicos de su propia filmografía. Exiled es, en definitiva, una especie de secuela de The mission (1999), de la que retoma algunos actores y personajes. Pero, más allá de esto, Exiled dialoga con el resto de su obra, centrada en retratar el mundo de la mafia y sus códigos de honor. Este diálogo es completamente fértil y dinámico: To vuelve a traer los temas que lo obsesionan, reforzándolos y resignificándolos en el proceso, rompiendo una y otra vez con los esquemas pasados y realizando películas cada vez más logradas.
Autitos chocadores. Johnny To comenzó su carrera a mediados de los ochenta, época en que Hong Kong todavía era un Estado independiente de la China comunista. Esto quiere decir que Hong Kong estaba en plena fiebre consumista, lo que generó una industria cinematográfica de gran tamaño y de enorme voracidad. Cuando este modelo de producción llegó a su fin, el nombre de Johnny To empezó a reconocerse en los circuitos de cine más importantes. Gracias a su originalidad y su virtuosismo como realizador de películas de acción, To se volvió una influencia inagotable para el cine de género alrededor del globo. Esta influencia es aún más notable considerando que, a diferencia de sus compatriotas Tsui Hark y John Woo –otros dos reconocidos directores de films de acción-, To no filmó ninguna película en Estados Unidos.
Es que, en definitiva, Johnny To es un director de cine de género. Sus películas rebosan de adrenalina y contienen un in crescendo que desemboca en un final espectacular. Exiled no es la excepción: las escenas de acción son muchas y están filmadas con una destreza y un criterio extraordinarios. Sin embargo To se toma su tiempo para lograr el clima. Las escenas de acción están prefijadas por momentos de reposo, de desarrollo de los personajes. En su cine, la calma siempre precede a la tormenta. Y cuando estalla la tormenta, no hay refugio que resista. Las balas zumban de un lado a otro, el humo de las pistolas, hiperbólico y omnipresente, se alza sobre el lugar tapándolo todo. Cuando se disipa, aparece la muerte. Y luego, nuevamente, la calma.
Es cierto que algunas escenas de acción se asemejen mucho a las majestuosas coreografías del cine de John Woo y la violencia nos retrotraigan inmediatamente a las historias de yakuzas de Takeshi Kitano, sin embargo To retoma todos estos elementos y los hace propios, logrando una película hipnótica y genuinamente divertida.
Montaña rusa. Sin embargo, el aspecto más sobresaliente de Exiled es su constante cambio de tono y de registro, evadiendo con gran soltura y sentido del humor los lugares comunes propios del género. Nuevamente voy a volver sobre la primer escena para ilustrar esto último: Wo, Blaze y Fat se encuentran en la habitación. Comienza el tiroteo. El enfrentamiento es despiadado, pero nadie parece dar en el blanco. No obstante, la casa está completamente destruida. Los tres se quedan sin municiones, miran a su alrededor y notan la devastación que su enfrentamiento ocasionó. Acto seguido los cuatro asesinos reemplazan lo destrozado, reparan lo deteriorado y coronan la velada con una cena junto a Wo y su mujer, rememorando viejas historias y burlándose entre ellos.
Los cambios de registro se dan con una naturalidad asombrosa, evitando el mal gusto y produciendo empatía para con los personajes, cada uno distinto y único. Éstos interactúan entre sí y se vuelven complejos y seductores. Asimismo los cambios de registro se dan también en los diálogos, evitando el tono grandilocuente típico del género. En una escena Fat está reflexionando tras enterarse de que piensan robar mil toneladas de oro. “¿Cuánto es una tonelada de amor?” dice, “¿Cuánto una tonelada de sufrimiento?. Inmediatamente uno de ellos le pega una patada en el culo y agrega “¿Y cuánto es una tonelada de senos?”. Al igual que en esa escena, To le pega una pata en el culo a Exiled cada vez que amaga con volverse solemne. De esta forma el film va subiendo y bajando de tono continuamente, dinamizando el relato en el proceso.
Parque de diversiones. El cine de Johnny To desafía una de las dicotomías más difundidas y nocivas del cine –y, probablemente, del resto de las manifestaciones artísticas-: Cine “arte” vs. Cine de entretenimiento. Es, tal vez, en el seno de un festival de cine donde esa dicotomía se hace más presente. El espectador de festival se resigna, a priori, a ver propuestas más o menos profundas, más o menos geniales, más o menos soporíferas, pero que, en definitiva, están pensadas para estimular el intelecto, como intentando demostrar en cada momento que se tienen que tomar en serio, que están haciendo algo con -y para el- “arte”. Si querés entretenerte, andá a ver Spiderman 3.
Johnny To enfrenta esta dicotomía con sus mejores armas: un mundo personal, estilizado y complejo, en el que se entretejen comentarios sutiles, escenas de tiros, personajes entrañables y mucha, muchísima diversión. To pertenece a ese selecto grupo -entre los que incluiría, por ejemplo, a Michael Mann y, por qué no, películas como Zoolander (2001) y Anchorman: The legend of Ron Burgundy (2004), entre tantas otras- que nos permiten emplear la extraordinaria habilidad que tenemos para entretenernos y, a la vez, desarrollar nuestra igualmente extraordinaria capacidad de deleitarnos con las manifestaciones artísticas más maravillosas.
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